lunes, 4 de junio de 2012

DE BIEN NACIDOS


 Para Juan Manuel Vera Selma

Ya apuntaba para calvo en 1987, con esa mala hostia que tienen los calvos cuando sólo piensan con la calva, con ese vozarrón de quien ha nacido para doblar al más intenso de los actores y con esa chispa de locura que no puede dejarte indiferente.

Nuestro primer encuentro fue en 1986, en 3º de B.U.P., en clase de valenciano, una de esas asignaturas que tú considerabas una “maría” y que Juanma obviamente no. Ese año tuvimos nuestros más y nuestros menos y la cosa no acabó de cuajar excepto con las chicas, que siempre van delante en estas cosas en general y en todas las cosas en particular.

Y pasó el tiempo. Pasó un verano y pasó una mañana; y llegó C.O.U., ese curso en el que descubres lo maravillosas que son las mañanas de dormir y lo intensas que se vuelven las noches… de tanto estudiar. Y entonces cambió todo. Ese año Juanma daba Lengua y, en C.O.U., eso son palabras mayores. 3 horas a la semana, libraco sin una sola foto y exámenes de esos que te tienes que currar tanto el aprobado que parece que por debajo de 7 vas a suspender.

Y en medio de todo eso estaba él, un chaval de 26 o 27 años que, a fuerza de hablarnos y hablarnos, consiguió que no quisiéramos dejar de escucharle nunca.

La importancia de las palabras reside, en gran parte, en aquella persona que las pronuncia, pero hay más. Las palabras por sí solas tienen como objetivo expresar exactamente lo que queremos decir, pero hasta llegar a ese momento antes has de saber lo que quieres decir y, por supuesto, cómo decirlo. Esto, que parece tan sencillo, hay gente que no lo llega a entender nunca, y quizás sea porque no hayan encontrado a alguien como Juanma, que prefiere hablar cuando tiene algo que decir y que sabe escuchar cuando ve que tiene mucho que aprender.

Llenar el tiempo con palabras nos aleja de ese silencio necesario que debe acompañar a nuestros pensamientos y posteriores acciones. La reflexión es siempre silenciosa, como la calma o la paz,  y precisa, como todo lo realmente importante de esta vida, del mayor de los tesoros: El tiempo.

Y pasó el tiempo. Unos ya se habían ido a Ibiza, otros nos fuimos a Italia y muchos se fueron con él de copas. Finalmente casi todos nos dimos cuenta de que difícilmente nos volveríamos a encontrar con una persona tan especial y decidimos mantenerle cerca, dejándole hablar y notándole escucharnos. Y teníamos razón: No hay muchos seres tan especiales ni tantos de los que puedas aprender tanto bueno.

Y pasó el tiempo, y después de 25 años, hoy, que tenemos la posibilidad de hablar mientras nos sigues escuchando, aquí nos tienes, querido maestro, para darte las gracias por enseñarnos a hablar… y por enseñarnos a callar.

De todo corazón.

1 comentario:

  1. ¡¡qué bien leerte otra vez por aquí!!! Y qué afortunado el destinatario de esta entrada porque tu homenaje en forma de recuerdos es precioso :) 1besote JV!!!

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